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Anhelando sus orgasmos

22.10.2022
Anhelando sus orgasmos

Pasar las noches en mis viajes de negocios en compañía de una fleshlight no es exactamente algo que me satisfaga, pero para desahogarse después de un día ajetreado, este chiche es genial.

Desenrosqué la tapa y miré esa belleza artificial rosa. Material suave, labios rosados, clítoris pequeño. La de Ella es parecida, y es justamente por eso que elegí este modelo.

La puse a calentar. Eché lubricante y pasé el prepucio un par de veces, con la mirada fija en ese pequeño guisante, que en Ella es increíblemente sensible.

Me encantaría acariciarlo con mi lengua, tener la cabeza enterrada entre sus piernas, lamerla, penetrarla con mi lengua y explorar suavemente todos sus recovecos.

Empezar también con los dedos y sentir cómo se retuerce y con las manos busca algo de donde agarrarse, y acaricia mi pelo con su cuerpo tenso como una cuerda de violín. Cómo respira con fuerza y luego gime suavemente cuando se está por acabar...

Puse el glande en la boca de la fleshlight y lo metí lentamente, imaginándome que estoy adentro de Ella. Ese calor húmedo y resbaladizo, la suavidad de sus muslos cuando me aprieta entre ellos, los duros pezones y sus areolas de un precioso color rosa pálido, su perfume y su aliento y la forma en que me clava los dedos en las nalgas para que acabe más fuerte.

Es fantástica y sabe cómo disfrutar. Era como si su cuerpo enviara señales para decirme dónde tocarla y con qué intensidad. Pechos como mitades de pomelo, justo para la mano y la boca.

Antes de conocer a Ella, no tenía idea de lo sensibles que podían ser los pechos de una mujer en los laterales. Por primera vez con ella experimenté lo que es que una mujer tenga un orgasmo jugando y chupando sus pechos. Respiraba de forma intermitente, me susurraba que chupara más fuerte, arqueó la espalda y gritó.

Podía sentir cómo se retorcía mientras se sentaba empalada en mí sin moverse, y no lo entendía. Después se desmontó, se arrodilló frente al sofá y empezó a chupármela, comprendí que necesitaba tiempo para respirar.

Eché la cabeza hacia atrás, marqué suavemente el ritmo con la mano y simplemente lo disfruté. Ella es experta en mamadas. Le encanta y disfruta de cada segundo. Cualquier tipo normal mataría por una amante así.

Sintió que me acercaba a la final y se detuvo. Lo apretó con todas sus fuerzas y dijo: “Todavía no. Quiero que aguantes un poco más. Quiero que lo disfrutes aún más. No tienes ni idea de lo que acabo de experimentar yo. Y quiero acercarte un poco a eso. Ahora ven por detrás".

Pensé que estaba loca. Desde atrás, mirando cómo se la meto y cómo la culeo, siempre acabo muy rápido.

Entonces giré la fleshlight y me imaginé esa escena. Ella me dijo que no me moviera. Me guió y luego, lentamente, milímetro a milímetro, retrocedió sobre mí. Pero despacio y sólo un poco. Y de nuevo afuera.
Anhelando sus orgasmos
Pasé por encima del borde de la bellota en su punto más estrecho y pensé que me estaba volviendo loco. Tenía muchas ganas clavarla hasta el fondo, pero aguanté obedientemente mientras ella básicamente me usaba de consolador.

Luego cambió el ritmo y la profundidad. Comenzó la cuenta atrás. Diez veces superficial, una vez al fondo. Nueve veces superficial, una vez al fondo. Ocho veces superficial... Fue una locura.

Empecé a hacerlo igual con la fleshlight. Tenía el culo redondo de Ella delante de mis ojos y me la estaba garchando mentalmente, a ella, no a la artificial. En mi cabeza podía oír a Ella gimiendo y susurrando que ya podía.

Que la garche. Que acabe adentro de ella. Aguanté, apretando los dientes para no acabar antes que ella. Apreté su dulce guisante entre mis dedos y comencé a masajearlo suavemente.

A los pocos segundos empezó a temblar y supe que había ganado. Había ganado otro de sus orgasmos. Triunfante y aliviado, grité y exploté.

Le eché una buena dosis y sentí como si sus contracciones succionaran todo, como si alguien me estrujara. Los dos sudábamos y temblábamos como cascabeles. Luego nos desplomamos en la cama, respirando profundamente.

Recordé el aroma de su cuerpo sudoroso y me costó mucho trabajo sacarlo a tiempo de la fleshlight. Disparé una dosis como hacía tiempo no lo había hecho.

Y fue entonces cuando me di cuenta. Lo que me enloquece no es el hermoso cuerpo de Ella. Son sus reacciones. La forma en que lo disfruta. Una cosa es acabar y aliviar la presión. Relajarse, desahogarse, llámalo cómo quieras. Pero lo que en realidad me encanta son los sus orgasmos.

Cuando sabes que eres bueno, los disfrutás más. Y me reí. Lo descubrí con una fleshlight en la mano.

Gracias por el servicio, querida. Me has ayudado más de lo que crees. Mañana vuelvo a casa. No puedo esperar.

Autora: Marina Deluca

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